La vida cultural de Cali debería ser muy progresista. Pero como van las cosas, parecería que la cultura sobrevive pero no es una fuerza impulsora como lo fue antaño.
Hay cuatro epicentros culturales en la ciudad, tres privados y uno público y estas son las cuatro vertientes con las que se sostiene aparentemente la vida cultural de Cali:
- La Tertulia, mantenida más con recuerdos que con bríos.
- Proartes, impulsada cada vez con menos inercia por el declinante impulso de sus promotoras.
- La Cámara de Comercio, que bajo el influjo desacertado de doña Rosa Jaluff trasteó la cultura al cadavérico y fracasado Centro de Convenciones.
- La Secretaría de Cultura del Municipio, arrimada a la charanga, la salsa y la esperanza de los votos que quiere conseguir para ser alcalde su jefe, Argemiro Cortés.
Pero como no existe una política coordinada de vida cultural porque la manera antiburguesa de entender lo que es cultura de Argemiro, el Secretario; es diametralmente opuesta a la de doña Amparo de Carvajal en Proartes y no tiene nada que ver con la que entienden y practican en La Tertulia o con la que doña Rosa le ordena comercialmente a los hipopótamos resoplantes que promueven en el Centro de Convenciones, la imagen cultural de la ciudad está siendo más disparatada que los caprichos de Jovita, la eterna reina de Cali a quienes muchas de las dirigentes culturales de la ciudad parecerían querer imitar.
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